¿A DÓNDE SE FUE EL LIDERAZGO?

¿A DÓNDE SE FUE EL LIDERAZGO?

Por:Jarvis Johnson

¿Cuándo empezamos a espe- rar tan poco de nuestros fun- cionarios electos? O quizás la pregunta más acertada sea: ¿acaso los candidatos se han vuelto tan decepcionantes que los votantes simplemente han bajado el listón y se han conformado con quien más grita?

Postularse a un cargo público es uno de los pocos trabajos de alto riesgo en este país que no requiere experiencia, formación ni capacidad demostrada para producir resultados. En el entorno político actual, parece que basta con un nombre conocido, una voz potente y un eslogan pegadizo para ganar votos. Hemos elegido a personalidades de la televisión, comediantes, atletas —personas con poca o ninguna experiencia en gobierno— porque dijeron algo que sonaba bien o nos infundía esperanza.

En cada ciclo electoral, los candidatos de ambos partidos nos dicen lo que queremos oír. Los demócratas, por ejemplo, suelen declarar: “Voy a luchar por ti. Lucharé para ampliar Medicare y Medicaid. Lucharé para proteger los derechos reproductivos de las mujeres. Lucharé para nanciar completamente la educación”. Pues sí. Claro que deberías. Eso es lo mínimo indispensable. Pero esta es la verdadera pregunta que deberían hacerse los votantes: ¿Cómo lo van a lograr? En este clima político hiperpartidista, donde los republicanos controlan la Cámara de Representantes, el Senado, la Presidencia, la Corte Suprema y la mayoría de los jueces federales, ¿cómo planean convertir sus promesas en realidad? Los republicanos han demostrado que no solo son  rmes ideológicamente, sino que a menudo son retaliativos.

Trump ha amenazado abiertamente con retirar la  nanciación a las universidades que se le oponen y a los estados que no aprueban las leyes que él apoya. Entonces, ¿cómo puede un demócrata a rmar que va a “patearles el trasero a los republicanos” y aún así esperar que se aprueben leyes signi cativas en un gobierno controlado por el Partido Republicano? Los votantes deben empezar a exigir algo más que retórica incendiaria. “Luchar por nosotros” no es un plan, es un eslo gan. Debemos insistir en que cada candidato describa cómo pretende obtener resultados. ¿Qué coaliciones construirán? ¿Qué concesiones están dispuestos a hacer? ¿Qué proyectos de ley especí cos impulsarán? ¿Y cómo se las arreglarán con un gobierno que les escoge en contra?

Muchos candidatos se postulan a cargos estatales o federales sin reconocer una verdad fundamental: toda la política es local. La grandilocuencia puede llamar la atención, pero no aporta dinero a nuestras escuelas, ni arregla nuestras carreteras, ni  nancia viviendas asequibles. Gritar por un micrófono y “hacerse cargo de la otra parte” no debería ser el nuevo estándar para el éxito político. Un funcionario electo digno llega a la mesa con un plan de nido: un plan para brindar recursos reales y tangibles a la comunidad a la que sirve. Esto incluye:

• Infraestructura: Prevenir inundaciones, mejorar la movilidad y garantizar que nuestros vecindarios estén construidos para perdurar.

• Vivienda: Defender lugares asequibles y accesibles para vivir que satisfagan las necesidades de todos los niveles de ingresos.

• Desarrollo empresarial: Crear empleos, apoyar a las pequeñas empresas e impulsar las economías locales.

• Educación: No solo luchar por nanciación, sino explicar cómo conseguirla y cómo usarla eficazmente. El liderazgo signi ca más que volumen. Signi ca visión. Es hora de que los votantes exijan ambas.

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